Escritor y Poeta del siglo XXI


Se trata de un libro de relatos:
 
El pastel de chocolate:
 
El perro negro:
 
El pacto de Jorge
 
El patio de los naranjos
 
El lago de las perlas negras
 
El pecado de Jacinto
 
Un  matrimonio  de  media  hora
 
La  muñeca: diez  minutos  para  la  media  noche
 
 
Es un conjunto de relatos que oscilan entre el género fantástico y de terror y la belleza del cuento oral, típicos de los que se cuentan al hogar de la lumbre. Recuerdan por su estilo y temática al escritor uruguayo Horacio Quiroga, y también a los contenidos de Edgar Allan Poe.
 
Se trata de relatos que contienen una especie de moraleja, que siempre bascula entre los polos del bien y el mal, eternamente enfrentados; además de la decisión –casi siempre ignorante- de los seres humanos que, confiados u orgullosos, optan por el camino fácil, que no siempre es el mejor. Muchas veces los protagonistas son presos de su propia ceguera, creyendo solo lo que sus ojos ven y, por lo tanto, ignorando el mundo mágico y lleno de posibilidades trascendentes que se les ofrecen.
 
Recomendamos su propuesta como libro para lectores adolescentes, por el contenido fantástico de la obra y por la forma en que están escritos, con un lenguaje que logra sorprender al lector. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que muchos de ellos contienen escenas fuertes y/o violentas.
 
Técnica: son relatos narrados con una voz omnisciente, incluyendo los diálogos de los protagonistas.
 
Público: la novela es adecuada para un público juvenil y amantes del género fantástico y de terror

Un poco del pastel de chocolate:

Esa noche, para Fred, seria algo trágico.

Se había demorado duchándose, disfrutando de la rica agua caliente que caía sobre su cuerpo, sin darse cuenta cuando fue ni a que hora se quedó solo en los baños, al despedirse uno a uno de todos los niños internos, incluyendo sus tres mejores amigos.  Un poco antes de terminar su baño acostumbrado de ese día, escuchó que cerraban la puerta de los baños, un poco asustado gritaba; "no cierren por favor, aun quedo yo", hubo un silencio parcial, y escuchó varios y apenas perceptibles pasos, ¿Thomas?,  ¿Kurt?, ¿Max?, ¿señora Evelyn?, ¿quien esta ahí? replicaba Fred, mas no recibió respuesta alguna. Asustado Fred se dispuso a secarse con la toalla, pues aun estaba mojado, cuando de pronto apareció el señor Lowell, hola Fred que haces a esta hora aquí?, señor Lowell discúlpeme, no me di cuenta del tiempo y faltaba yo de terminar mi ducha, pero no volverá a suceder señor Lowell, lo prometo decía Fred, a ver quítate esa toalla Fred, pero señor Lowell, no puedo quitarme la toalla, aun estoy desnudo replicaba Fred, dije que te quites la toalla, enojado el señor Lowell le repetía, dije que te quites la toalla.

El señor Lowell cometía el más cruel de los crímenes, saciaba sus más sucios y bajos instintos animales en contra de un niño de nueve años, había abusado sexualmente de Fred.

El niño Fred como pudo se vistió, y asustado por lo que le había pasado salio corriendo de los baños, y en vez de dirigirse a los dormitorios y sin saber a donde irse, se fue al patio central del internado y se subió a uno de los árboles a llorar su desgracia.

Lloraba por el dolor que le causaba esa violación, tanto física como emocionalmente, solo miraba como por su pierna escurría un chorrillo de sangre, el cual lo asustaba, recordaba las cosas tan horrendas que había visto en fotos del periódico de su papá.

Cansado de tanto llorar y ya de madrugada, sin darse cuenta se quedó dormido arriba del árbol.

Cuando abrió sus ojos al día siguiente, se encontraba en la enfermería del internado. Preguntando del porque se encontraba ahí, y porque tenia la cabeza vendada, a lo cual la señorita enfermera le explico, que se había quedado dormido arriba de uno de los árboles del patio central, y que se había caído, golpeándose la cabeza en una de las piedras al pie del árbol.

Fred continuo llorando recordando su gran tragedia, a lo que la señorita enfermera trataba de consolar, no llores niño Fred, queriendo acariciar su cabello, para brindarle un poco de consuelo.

Fred gritándole, no me toque, no me toque, déjeme, déjeme repetía una y otra vez, a lo que la enfermera no volvió a intentar tocarlo.

Estuvo en la enfermería dos días, a lo que sus amigos lo extrañaban, y preguntaban por el en cada momento que se encontraban por los pasillos a la enfermera...