
Escritor y Poeta del siglo XXI
El roedor en todo momento permanecía inmóvil y cómodamente sentado sobre sus patas traseras; al mismo tiempo que se mostraba muy atento a la voz que tristemente se lamentaba de su desdicha. Parecía que el pequeño ratón entendía cada una de aquellas palabras que se pronunciaban... entre tanto, le manifestaba con algunos suaves chillidos, evidenciándole su total solidaridad.
Después de tres años sin cambio aparente en la vida de Ranjiv, sucedió que un día y el menos pensado de los muchos tantos que veía pasar como las mismas nubes por los cielos… mientras acompañaba a su madre para hacer algunas compras en el mercado, dentro de una pequeña tienda de antigüedades y objetos de segunda mano, encontró y adquirió algunos libros a un precio muy económico. Libros en los cuales se hablaba sobre el hinduismo, el budismo y lamaísmo. Fascinantes filosofías, y qué, después de sus meditaciones diarias, leía con mucha atención, interés, dedicación y perseverancia. Desde ese momento en adelante y durante un año, el pequeño Ranjiv dedicó doce horas diarias al estudio de dichas doctrinas orientales.
En ese mismo año el chico había cumplido sus ocho años de edad y su madre le había preparado una agradable sorpresa; le había confeccionado con sus propias manos unas sandalias y una vestimenta (túnica roja) igual a la de aquellos monjes Shadus a los que él admiraba tanto.
Entusiasmado por tan maravilloso regalo, inmediatamente se lo probó para enseguida pararse frente al espejo y verse con dicha vestimenta.
-¡Es muy hermoso, muchas gracias mamá! –exclamó el chico gritando, desbordando toda su alegría… a lo cual, no se hicieron esperar los elogios de su orgullosa madre. –además de que eres muy guapo y muy varonil, te ves como todo un monje hindú. ¡Este es tu regalo de cumpleaños!, ¡felicidades hijo! –dijo ella de manera efusiva… él la abrazó fuertemente demostrándole todo su cariño. -¡Mamá!, te amo con toda mi alma, eres la mejor madre de todo el mundo. – Enfatizó él… –y tú el mejor hijo que toda madre sueña y quisiera tener; ¡eres mi razón de vivir! –respondió Chandrika.
Desde ese momento en adelante; Ranjiv así se vestía del diario. Y al transcurso del tiempo, la misma gente le empezó a llamar cariñosamente, el pequeño lama de Cuttack.
A si mismo y cumpliendo con sus inquietudes; el pequeño Ranjiv acudía todos los días de la semana a la pequeña plaza donde él mismo había recibido sus primeras enseñanzas espirituales-religiosas… Para compartir con la gente, todo lo que aprendía de aquellos viejos libros; conversándoles sobre las sagradas escrituras hindúes. Les disertaba además, sobre el budismo y el lamaísmo de una manera magistral y precisa. Motivo por el cual, cada vez tenía más adeptos que acudían al mismo sitio diariamente a escucharlo.
Toda esta noticia llena de un fascinante misticismo; llegó hasta los oídos de un líder religioso-espiritual de alto rango de nombre Akhilesh. Maestro perteneciente a una de las escuelas-monasterio con las enseñanzas Guelug en el país de Nepal y que en esos días estaba de visita en la ciudad Santa de Benarés… queriendo tomar cartas en el asunto, decidió ir personalmente a corroborar todas las maravillas que se decían del jovencito, y de inmediato se trasladó hasta allá junto a nueve maestros más. Todos ellos pertenecientes a la misma escuela, religión y creencias espirituales.
Después de algunos días y de un largo y cansado viaje. Los diez maestros
llegaron sin contratiempos a la ciudad de Cuttack en busca de este jovencito llamado Ranjiv. Pensando hasta ese momento, de que tal vez todo fuese un mito o una historia exagerada de la misma gente carente de conocimientos de lo que era la espiritualidad y la religión hindú.
Ese día llegaron los maestros budistas muy de mañana hasta el lugar donde el jovencito solía dar sus discursos y enseñanzas llenas de conocimiento y con una gran sabiduría… a simple vista, todos los ahí presentes, mientras esperaban a que llegase el chico; reflejaban una gran paz espiritual y una inmensa alegría en sus rostros.
Convencidos de que todo era una farsa bien montada por algunas personas adultas para hacer negocio ilícito a través del engaño religioso y así pedir algunas rupias de ayuda, como tantos charlatanes que ya habían sido descubiertos por las autoridades religiosas.
- ¡Perdonen señores!, podrían decirnos si fuesen tan amables, ¿a que hora llega el jovencito Ranjiv? –Preguntó el maestro Akhilesh a un hombre que ahí esperaba… - Ya no debe de tardar señores, él es siempre muy puntual, esperen algunos cinco minutos más, es verdaderamente un chico extraordinario. –contestó este hombre.
Los nuevos visitantes que investigaban este fenómeno; iban vestidos como civiles comunes para no despertar sospechas. Se dispersaron mezclándose entre la gente en diversos puntos de la placita... Ahora solo quedaba esperar a que el jovencito llegase, diera su discurso y enseñanzas como de costumbre, y posteriormente lo abordarían. Ese era el plan de los diez monjes liderados por el maestro Akhilesh.
Al poco tiempo después, observaron y escucharon el júbilo más acentuado entre la gente, que con ello, les anunciaba que se aproximaba el jovencito Ranjiv a dicho lugar.
Después de casi dos horas de hablarles sobre las sagradas escrituras y del Dios que debe gobernar en todo momento los corazones del hombre, terminó sus enseñanzas del día con un último mensaje:
- ¡Hermanos!.. Brahma, Vishnu y Shiva: son la Santa trinidad del Dios mismo que representa la suprema creación, preservación y destrucción de las funciones de la eminente realidad. –concluyó Ranjiv… enseguida se despidió con un fraternal abrazo, con una tierna y sincera sonrisa con cada uno de los oyentes; incluyendo a los maestros que visitaban por primera vez el lugar; dirigiéndose por último al maestro Akhilesh.
- ¡Es para mí un gran privilegio maestro!, me siento muy honrado contar con su presencia y también por la de quienes lo acompañan. ¡Gracias por venir desde tan lejos para escuchar a este humilde servidor de Dios y de todos ustedes, mis hermanos! –dijo Ranjiv… -¡Pero como! ¿Cómo fue que nos descubriste?, ¡qué!, ¿acaso alguien de tus seguidores te alertó de que te esperábamos? –preguntó el maestro… -¡no maestro!, en la mirada del que en realidad escucha y quiere aprender, como también del que está por mera curiosidad, se refleja en el brillo de sus ojos de cada cual. Así fue como me di cuenta de que ustedes no eran lo que aparentaban ser. –contestó el pequeño, afirmando con mucha seguridad sobre lo dicho.
Mientras la gente se dispersaba, rápidamente, nueve de los maestros alcanzaron a algunos de los oyentes para interrogarlos respecto a Ranjiv. Y al poco tiempo después de su cometido, regresaron nuevamente hasta donde el pequeño y el maestro Akhilesh conversaban y los esperaban.
- Sabemos de tu gran capacidad como orador y de tus amplios conocimientos que posees. Pero me gustaría hacerte una última pregunta antes de emprender nuestro regreso a casa. –dijo el maestro.
- ¡Humildemente les digo, que estoy a sus órdenes para lo que ustedes quieran saber sobre lo que enseño a mis hermanos o de mí persona, maestro! –Respondió Ranjiv… - Mis hermanos y también maestros, ya preguntaron sobre las enseñanzas que les impartes a la gente que estuvo aquí hace unos instantes; y lo sorprendente de todo esto, es que, todos sin excepción, dijeron que no pides una sola rupia por ello… ¡Quiero que nos digas exactamente! ¿Qué es lo que pretendes y hasta donde quieres llegar con todo esto Ranjiv?... –preguntó el maestro Akhilesh… - ¡Claro que responderé a sus preguntas maestro! y sí con todo esto creen que merezco algún castigo por instruir a mis hermanos, con gusto me dejaré azotar o encarcelar sí así lo creen conveniente… yo pongo como testigo a mi Dios y les diré que, solo busco la paz espiritual, busco el camino que conduce a Brahma, busco la pureza, la verdad, el dominio de sí mismo e infundo la no violencia. Además Inculco el amor al prójimo, la misericordia a todo ser viviente sobre la faz de la tierra, el respeto religioso de todos y cada uno de mis hermanos a sus creencias mismas de todas las realidades que constituyen al mundo, hacia una piedra, una flor, al mar, a un manantial, a un río, a ese árbol que está a su lado, a esa hormiguita que está a sus pies, a los pájaros que vemos volar por los cielos. Todo esto es una realidad divina maestro. Que Dios bendiga a toda su creación. –respondió Ranjiv.
- Y de aquí que sigue Ranjiv ¿Qué piensas hacer con tu vida religiosa?...